Preguntas frecuentes

El Índice de Secreto Financiero es una clasificación de las jurisdicciones que más favorecen que las personas oculten sus finanzas al Estado de derecho. 

El Índice de Secreto Financiero evalúa de forma exhaustiva los sistemas financieros y jurídicos de cada jurisdicción para identificar los mayores contribuidores del mundo al secreto financiero. El índice destaca las leyes y políticas que pueden cambiar los gobiernos para reducir su contribución al secreto financiero.  

Al tener en cuenta el peso a nivel global de una jurisdicción y evaluar qué papel desempeña en la contribución al secreto financiero, el Índice de Secreto Financiero va más allá de las «listas negras de guaridas fiscales» y evalúa el número de jurisdicciones que contribuyen al secreto financiero en la práctica, no solo sobre el papel.

Mientras que las «listas negras de guaridas fiscales», por lo general, solo tienen en cuenta las leyes y son susceptibles a la presión política, el Índice de Secreto Financiero identifica de forma más exacta las jurisdicciones perjudiciales evaluando la forma en la que las leyes y la actividad financiera offshore confluyen con el mundo real para crear riesgos de secreto financiero. 

El secreto financiero se desarrolla en un panorama cambiante de complejos mecanismos financieros, lagunas y métodos alternativos. Mientras que los gobiernos y los organismos internacionales pueden aprobar medidas y una legislación diseñada para combatir la opacidad, los agentes que pretenden eludir sus responsabilidades fiscales y sortear el Estado de derecho buscan continuamente nuevas e innovadoras formas de hacerlo.

Para seguir midiendo con exactitud el secreto financiero y adaptarse al dinamismo de este entorno, revisamos la metodología y lógica de evaluación que aplicamos en cada edición del índice y ajustamos nuestros criterios e indicadores para que reflejen con más precisión la situación más actualizada del mundo del secreto financiero y la evasión. Los tiempos cambian y el Índice de Secreto Financiero debe adaptarse a estos cambios.

Puede leer un resumen más detallado de todos los cambios que hemos hecho entre las versiones de 2020 y 2022 del Índice de Secreto Financiero en la metodología completa.

Las jurisdicciones se clasifican según el valor de FSI, que es una medida para saber cuánto secreto financiero contribuyen al mundo. Si una jurisdicción aumenta su contribución de secreto financiero, su valor de FSI incrementará y viceversa.

Un cambio en el grado de secreto financiero que aporta una jurisdicción puede estar motivado por dos factores: un cambio en su puntaje de opacidad y un cambio en su peso a nivel global.

El puntaje de opacidad es una medida para saber qué margen permiten los sistemas jurídicos y financieros de una jurisdicción para el secreto financiero. Una puntuación de 0 de 100 significa transparencia total y una puntuación de 100 significa opacidad total. El aumento del puntaje de opacidad supone un incremento de la contribución de secreto financiero por parte de la jurisdicción, y viceversa.

El peso a nivel global es una medida para saber qué servicios financieros proporciona la jurisdicción a los residentes de otros países, como abrir una cuenta bancaria o constituir una empresa. Un peso a nivel global alto o bajo no es algo bueno ni malo, pero cuanto mayor sea el peso a nivel global de una jurisdicción, más utilizan los no residentes sus sistemas jurídicos y financieros y más pueden usarse dichos sistemas para el secreto financiero. Si el peso a nivel global de una jurisdicción aumenta sin que cambie el puntaje de opacidad, el valor de FSI de la jurisdicción aumentará porque más personas utilizan el nivel de opacidad que ya existía en la jurisdicción. Si el peso a nivel global de una jurisdicción baja sin que cambie el puntaje de opacidad, su valor de FSI de la jurisdicción bajará porque menos personas utilizan el nivel de opacidad existente en la jurisdicción.

En la mayoría de los casos, los países observarán un cambio en sus puntajes de opacidad y pesos a nivel global. En esta balanza, el Índice de Secreto Financiero le da más peso al puntaje de opacidad. Una caída abrupta (es decir, una mejora) en el puntaje de opacidad y un ligero aumento en el peso a nivel global se traducirá en un descenso del valor de FSI de una jurisdicción. Un pequeño aumento (es decir, un empeoramiento) en el puntaje de opacidad y un marcado descenso en el peso a nivel global se traducirá en un aumento del valor de FSI de una jurisdicción.

Normalmente, cuando aumenta el valor de FSI de una jurisdicción, esta sube en la clasificación. Cuando el valor de FSI baja, pierde posiciones en la clasificación. No obstante, en algunos casos, el aumento de una jurisdicción en el valor de FSI no será suficiente como para superar a la jurisdicción que tiene por encima, o su descenso en valor de FSI no será lo suficientemente grande como para quedarse por debajo de la jurisdicción que ocupa un puesto inferior a ella. A menudo, también es posible que un cambio en la clasificación de otra jurisdicción afecte a la clasificación de una jurisdicción. Una jurisdicción puede aumentar su valor de FSI, pero bajar posiciones en la clasificación si otra jurisdicción que se encuentra por debajo aumenta su valor de FSI de forma más pronunciada y la supera. A la inversa, en determinados casos, una jurisdicción puede disminuir su valor de FSI, pero subir posiciones en la clasificación si otra jurisdicción que se encuentra por encima pierde valor de FSI de forma más pronunciada y cae por debajo de ella.

Esta interacción que se produce en la clasificación permite contextualizar los cambios de una determinada jurisdicción frente a los de otras jurisdicciones del resto del mundo.

El secreto financiero se refiere al uso de mecanismos financieros complejos por parte de personas ricas, multinacionales, corporaciones y delincuentes para ocultar sus activos con el fin de abusar de los impuestos o eludir el Estado de derecho. El secreto financiero hace que el abuso fiscal sea viable, que los cárteles de la droga sean financiables y que la trata de personas sea rentable.

El Índice de Secreto Financiero es la primera iniciativa integral a nivel mundial para identificar los distintos mecanismos del secreto financiero.

Todas las jurisdicciones permiten un cierto grado de secreto financiero, consciente o inconscientemente. Al contrario que las «listas negras de guaridas fiscales», que utilizan un enfoque binario para evaluar si una jurisdicción es o no perjudicial, el Índice de Secreto Financiero evalúa en qué parte del espectro de opacidad se encuentran las jurisdicciones. Esto supone que todas las jurisdicciones, ya sean grandes o pequeñas, tienen la responsabilidad de reducir su contribución al secreto financiero. 

Las jurisdicciones opacas no son un problema aislado, sino una de las facetas más importantes de los mercados financieros globalizados. 

Las seis primeras jurisdicciones del Índice de Secreto Financiero representan casi más de la mitad del comercio mundial de servicios financieros offshore. Según algunas medidas, más de la mitad de los activos y pasivos bancarios se canalizan a través de jurisdicciones opacas; más de la mitad del comercio mundial pasa (sobre el papel) por ellas; prácticamente todas las empresas multinacionales importantes utilizan jurisdicciones opacas para distintos propósitos no especificados, y 10 billones de USD de activos financieros privados se encuentran en estructuras offshore de todo el mundo, en gran medida, sorteando impuestos, leyes penales, regulaciones financieras y transparencia.

La opacidad distorsiona los mercados porque aleja las inversiones y los flujos financieros de donde serían más productivos y los lleva a lugares en los que los propietarios del capital pueden extraer las mayores ganancias de la opacidad. Impide que la regulación y formulación de leyes sea eficaz y permite la captación de rentas, puesto que quienes forman parte de este sistema se llevan los beneficios de los mercados mundiales al pasar a otros los costes y los riesgos. El resultado de esta distorsión y corrupción de los mercados es un mundo marcado por una creciente desigualdad, una exorbitante delincuencia financiera y la impunidad de las élites en países ricos y pobres por igual.

Al identificar a quienes contribuyen a la opacidad, el Índice de Secreto Financiero pone el foco de atención en las jurisdicciones que impiden que el comercio y los mercados internacionales beneficien a la mayoría de la población mundial. 

El secreto financiero mundial requiere una gran infraestructura de abogados, contables, banqueros, agentes de formación de fideicomisos y compañías, además de otros profesionales. Estos son los intermediarios que hacen que todo el sistema funcione. En unas jurisdicciones opacas de pequeño tamaño, los profesionales expatriados representan un importante porcentaje de la población.  

El mercado está compuesto por miles de actores, pero, en la cima, el espacio es increíblemente pequeño.

La contabilidad mundial sigue estando dominada por las «cuatro grandes» empresas de contabilidad, mientras que un reducido número de bufetes de abogados de las «capitales» y las guaridas fiscales de lo que se conoce como el «círculo mágico offshore» controlan el mundo de la abogacía. Tal y como deja claro nuestro infome The Price of Offshore, Revisited, menos de 50 bancos multinacionales controlan la banca privada de todo el mundo.

Estas incluyen tanto grandes nombres, como HSBC y UBS, como empresas menos conocidas.  

Las normas internacionales que tienen como objetivo afrontar el problema de la opacidad rara vez se dirigen a estos intermediarios privados, incluso en las contadas ocasiones en las que se pueden presentar cargos contra sus clientes. No obstante, esto está empezando a cambiar.  

El secreto financiero es un facilitador clave de la corrupción. Sin secreto financiero, no podrían darse muchos tratos corruptos.  

En el ámbito de la gobernanza y la transparencia a nivel internacional, una de las clasificaciones más prestigiosas de la corrupción es el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional. El Índice de Percepción de la Corrupción clasifica a los países pobres de África y otros lugares —principalmente, las víctimas de en torno a 1 billón de USD en salidas anuales de capital financiero ilícito— como los más corruptos. Todas esas salidas de capital deben llegar a algún sitio. Por eso, el Índice de Secreto Financiero examina a los facilitadores: aquellas jurisdicciones que promueven y facilitan los flujos financieros ilícitos proporcionando un entorno de opacidad que permita ocultar y, en gran medida, no gravar, estas salidas de capital.

Tal y como muestra la siguiente comparación de ambos índices, el Índice de Percepción de la Corrupción clasifica a las jurisdicciones según se perciba que la corrupción local sea peor (haga clic aquí para ver una crítica de esta metodología que se centra principalmente en los llamados expertos y en las opiniones de las élites locales). Así, como Alex Cobham escribió en Foreign Policy, el índice de Percepción de la Corrupción «incorpora un poderoso y engañoso sesgo de las élites en las percepciones populares de la corrupción, que contribuye enormemente a un círculo vicioso y, a la vez, incentiva respuestas políticas inapropiadas».

En cambio, el Índice de Secreto Financiero utiliza medidas objetivas (no percepciones) para examinar los países más infractores en la permisión de la corrupción y los flujos financieros ilícitos de otros países. Se observa que muchos países, cuyos ciudadanos perciben como los menos corruptos, se encuentran, en realidad, entre los mayores infractores en la permisión de la corrupción y los flujos financieros ilícitos en otros países.

Mientras las guaridas fiscales y las jurisdicciones opacas sigan ofreciendo opacidad bancaria y la posibilidad de ocultar otros activos (bienes inmuebles, oro, arte, etc.) o las identidades de delincuentes tras empresas opacas, fideicomisos, sociedades o fundaciones, será imposible —tanto para los países pobres como para los ricos— detener el sufrimiento que deriva de la corrupción, la evasión fiscal, el blanqueo de capitales y otros delitos financieros.

Tal y como reconoce la propia Transparencia Internacional, «Sin embargo, la integridad doméstica no siempre se traduce en integridad en el extranjero, y los múltiples escándalos del 2019 demostraron que países nórdicos aparentemente limpios suelen facilitar, permitir y perpetuar la corrupción trasnacional».

A las empresas que quieren invertir en el extranjero podría resultarles útil saber que el Índice de Percepción de la Corrupción clasifica a Libia, por ejemplo, entre las naciones más corruptas desde la perspectiva de los funcionarios que exigen sobornos. Sin embargo, esto no es de mucha ayuda para los libios de a pie, que quieren saber a dónde y cómo se ha marchado la riqueza de su país y quién ha ayudado a ello. Aquí es donde el Índice de Secreto Financiero entra en juego. Consideramos que los anteriores dirigentes libios representan el lado de la demanda de la corrupción, mientras que Zúrich, Londres y otras jurisdicciones opacas que reciben el botín ilícito libio son quienes proporcionan los servicios de corrupción: el lado del suministro.

Los angoleños se enfrentan a los mismos desafíos. La investigación denominada «Luanda Leaks» reveló cómo Isabel dos Santos, hija del anterior presidente de Angola, compró bienes inmuebles y utilizó más de 400 empresas, filiales y cuentas en 94 jurisdicciones opacas. Este imperio empresarial se benefició de muchos miles de millones de dólares en trabajos de consultoría, préstamos y contratos y licencias de obras públicas del gobierno de Angola. La clasificación del Índice de Secreto Financiero saca a la luz lo que enmascara el Índice de Percepciones de Corrupción. Deja al descubierto la hipocresía de acusar algunos países en desarrollo de «muy corruptos» y sirve de base para una nueva ola de consensos en torno a la corrupción en un contexto mundial.

Muchas jurisdicciones que figuran en el Índice de Secreto Financiero se suelen describir como guaridas fiscales y, generalmente, cuando se habla de guarida fiscal, pensamos en pequeñas islas rodeadas de palmeras y llenas de cutres bufetes de abogados, yates a motor y numerosas empresas fantasma. Lugares soleados para personas oscuras.  

El Índice de Secreto Financiero evidencia un historial político mucho más rico y complejo. Los mayores contribuidores del mundo al secreto financiero, generalmente, no son las pequeñas islas remotas que la gente se imagina. Más bien, se trata de algunas de las naciones más ricas, que, en su mayoría, son miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o «satélites» de países de la OCDE, en particular, Gran Bretaña.

Malentendidos geográficos

Con bastante frecuencia, cuando un país intenta reprimir las actividades depredadoras de otro, esto se suele interpretar como una batalla entre dos países. Por ejemplo, cuando Estados Unidos empezó a detener a banqueros suizos en 2008, esta forma de encuadrar el problema fue muy beneficiosa para los banqueros suizos, que lograron hacerse con el apoyo de una gran parte de la nación dando una imagen de valientes defensores alpinos frente al matón estadounidense. Sin embargo, esta perspectiva geográfica es errónea. Es importante cambiar el marco de referencia. No solo se estaban enfrentando dos países, sino que era una batalla sobre la política de la riqueza. Este particular combate se entiende mejor como la lucha entre los acaudalados evasores fiscales de EE. UU. y los delincuentes y sus facilitadores financieros (en Suiza y otros lugares) contra los contribuyentes estadounidenses de a pie y el Estado de derecho. Esta contienda se repite en el resto de países.

Por tanto, la política de la opacidad es una fascinante y compleja historia sobre las luchas de poder entre las naciones ricas y pobres y entre una élite adinerada que elude la ley y el pueblo llano de los países y, a menudo, en una combinación de ambas.

Varios Estados miembros de la OCDE tienen jurisdicciones opacas satélite, pero la red de Gran Bretaña es, con diferencia, la más grande. Representa entre un tercio y la mitad del mercado mundial en servicios financieros offshore. Diez jurisdicciones opacas de nuestra clasificación son, o bien dependencias de la Corona británica (Jersey, Guernsey o la Isla de Man) o territorios británicos de ultramar (como las Islas Caimán, las Islas Vírgenes Británicas o Bermudas). Reino Unido respalda y controla estos lugares, los últimos vestigios oficiales del imperio británico, aunque cada uno de ellos tenga sistemas políticos diferentes y cierta autonomía política. Fuera de este grupo se encuentra una serie de 15 reinos de la Mancomunidad Británica de Naciones y 53 países de la Mancomunidad Británica de Naciones que incluyen algunos territorios de ultramar, pero que, por lo demás, tienen una relación mucho más laxa con Reino Unido.

Generalmente, todas estas jurisdicciones comparten el derecho consuetudinario británico (Common Law); una profunda penetración financiera de los intereses financieros y facilitadores británicos y ; normalmente, utilizan estructuras en terceros países al estilo británico, como fideicomisos; el inglés suele ser su primer o segundo idioma; y muchas de ellas tienen su alto tribunal de apelación en el Consejo privado de Reino Unido (Privy Council) en Londres: una base jurídica que tranquiliza a los inversores y apuntala sus industrias offshore.

La reina es la jefa de Estado de la mayoría de estos territorios y nombra a importantes funcionarios, como el gobernador, en las dependencias de la Corona y los territorios de ultramar. Su imagen aparece en los sellos y billetes de estos territorios. Gran Bretaña tiene amplias competencias que le permiten rechazar o cambiar su legislación opaca, aunque estas competencias no son directas y, en general, Gran Bretaña ha decidido no ejercer estos poderes por motivos políticos y económicos.

Durante décadas, la red británica ha servido como una telaraña que ha atraído la actividad financiera de países de todo el mundo y la ha canalizado a la City de Londres. Jersey Finance, el organismo oficial que representa el sector de servicios financieros de esa jurisdicción secreta ilustra esto en una declaración en la que afirma que «Jersey constituye una extensión de la City de Londres». Esta red, entre otras muchas cosas, permite a la City implicarse en dudosas actividades financieras en condiciones de absoluta imparcialidad y eludir la responsabilidad cuando estalla el escándalo.

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